(Por Héctor Costa, abogado y consultor político) – Horacio Rodríguez Larreta ha decidido reaparecer en la escena política con una estrategia que mezcla el cinismo con la desesperación. “Vuelvo porque hay olor a pis”, escribió en redes sociales el exjefe de Gobierno porteño, justificando su candidatura a legislador con un eslogan tan burdo como indignante. La frase, lejos de ser un guiño a la realidad de la ciudad, evidencia el deterioro del discurso político y el oportunismo con el que algunos dirigentes intentan reciclarse.
Rodríguez Larreta fue el responsable de Buenos Aires durante ocho años. Bajo su gestión, la ciudad sufrió un crecimiento descontrolado del negocio inmobiliario, el vaciamiento de los espacios verdes y el desfinanciamiento del sistema de salud y educación pública. Sin embargo, ahora pretende presentarse como el redentor de un problema que él mismo ayudó a generar. La inseguridad, la falta de inversión en infraestructura básica y el aumento de la pobreza urbana no nacieron con Jorge Macri; son el resultado de décadas de políticas neoliberales aplicadas por el propio Larreta y su antecesor, Mauricio Macri.
La estrategia de Rodríguez Larreta también revela una maniobra de supervivencia política. Expulsado de facto del PRO y sin un espacio de poder concreto, intenta construir su “Movimiento al Desarrollo” (MAD) como refugio de una dirigencia desplazada, buscando alianzas en el radicalismo y entre los independientes. Pero su acercamiento a estos sectores luce tan forzado como su discurso.
Además, su candidatura a legislador porteño deja en claro el retroceso de su figura política. Pasó de competir por la Presidencia de la Nación a pelear por una banca en la Legislatura, después de haber sido el principal arquitecto del modelo que hoy dice querer corregir.
El descontento con la gestión actual del PRO en la Ciudad de Buenos Aires es evidente, pero los porteños merecen una oposición seria y no un exjefe de Gobierno que, en lugar de hacer autocrítica, reduce el debate político a una frase efectista sobre el olor a pis. Si Larreta realmente quisiera resolver los problemas estructurales de la ciudad, debería comenzar por reconocer su responsabilidad en su deterioro. Pero claro, eso no encaja en su estrategia de marketing electoral.