La Confederación General del Trabajo (CGT) evaluó positivamente el paro nacional del 10 de abril de 2025, considerándolo un “éxito rotundo” a pesar de la no adhesión de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), el gremio de los choferes de colectivos.
La medida de fuerza, que incluyó una movilización el día anterior, logró paralizar sectores clave como bancos, escuelas, hospitales, trenes, subtes y vuelos, lo que hizo que los sindicalistas considerasen como un amplio respaldo social en rechazo a las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei.
Héctor Daer, uno de los líderes de la CGT, enfatizó que el paro no fue negociable y que los reclamos se centraron en la exigencia de paritarias libres, aumentos para jubilados y la reactivación de la obra pública. La central obrera denunció que el Gobierno busca “pisar las paritarias para que vayan por debajo de la inflación”, afectando directamente el poder adquisitivo de los trabajadores.
A pesar de que la UTA decidió no sumarse a la huelga, la CGT logró movilizar a más de 40 gremios, incluyendo sectores estratégicos como los ferroviarios y aeronáuticos, lo que permitió que la medida tuviera un impacto significativo en todo el país.
El Gobierno, por su parte, minimizó la protesta. El vocero presidencial, Manuel Adorni, calificó el paro como “el pasado que nadie quiere” y acusó a los sindicatos de actuar en defensa de intereses propios (La 100).
Este paro se suma a las anteriores huelgas generales del 24 de enero y el 9 de mayo de 2024, consolidando a la CGT como una fuerza opositora significativa frente a las políticas del Ejecutivo. La central obrera anunció que continuará con medidas de fuerza si el Gobierno no modifica su rumbo económico y social.