Hace 42 veranos, un 12 de marzo de 1983, en San Miguel de Tucumán, un grupo de mujeres se reunió en el aula de un colegio para dar un paso histórico: la fundación del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina (SACRA). Impulsadas por la necesidad de reconocimiento y justicia, comenzaron una lucha que hoy, cuatro décadas después, sigue vigente y necesaria
“Nacimos con esperanza, con ilusión y con la convicción de que estábamos iniciando una causa original de defensa de derechos humanos”, recuerda Pimpi Colombo, actual Secretaria General de SACRA. “Pero también con la incertidumbre de todo nuevo emprendimiento y enfrentando la incomprensión que sufren quienes se atreven a desafiar el statu quo”.
El sindicato nació inspirado en una lucha histórica: la de Eva Perón. En La Razón de mi Vida, Evita denunciaba cómo las amas de casa estaban “al margen de todas las previsiones”, sin salario, sin garantías y sin derechos. Y proponía una solución revolucionaria: que el trabajo doméstico fuera reconocido económica y socialmente. “Nadie dirá que no es justo que paguemos un trabajo que, aunque no se vea, requiere cada día el esfuerzo de millones y millones de mujeres”, escribió la líder.
Con esa premisa, las fundadoras del SACRA comenzaron a recorrer barrios, tocar puertas y concientizar. “No diga más ‘yo no trabajo’, diga ‘yo trabajo, soy ama de casa'”, fue el mensaje con el que buscaron transformar la percepción del trabajo doméstico y ponerlo en valor. Así surgieron las consignas que aún hoy guían al sindicato: Salario, Jubilación, Sindicato y Obra Social para las Amas de Casa.
El crecimiento fue imparable. En 1984, el sindicato se organizó a nivel nacional y extendió su presencia a casi todas las provincias. Crearon su propia obra social, que hoy enfrenta los mismos desafíos que el resto de las organizaciones sindicales, en un contexto económico que golpea especialmente a las mujeres.
“Han pasado 42 años de lucha en democracia, con avances y retrocesos”, explica Colombo. “Pero aún hoy, en tiempos de incertidumbre, seguimos exigiendo que el trabajo de las amas de casa sea valorado y reconocido, especialmente en materia previsional”.
La situación actual es crítica: en menos de dos semanas, la última moratoria previsional para mujeres de 60 años llegará a su fin. “Si sólo tres de cada diez varones pueden jubilarse, la situación es peor para las mujeres: solo una de cada diez cumple con los requisitos, a pesar del reconocimiento parcial del trabajo de crianza”, denuncia la sindicalista.
Evita decía que la mujer no debía elegir entre ser madre o tener derechos. Cuatro décadas después, las amas de casa siguen reclamando lo mismo: que su trabajo sea visto, valorado y protegido. La lucha continúa.