La vejez, esa etapa de la vida que debería ser tranquila y disfrutable, se ha vuelto un calvario para muchos jubilados argentinos. La reciente oleada de políticas libertarias, encabezadas por el controvertido Javier Milei, ha desencadenado una crisis sin precedentes en el acceso a los medicamentos esenciales para las personas mayores.
Un informe revelador, elaborado por destacadas instituciones como CEPA, CEPPEMA y ALGEC, ha arrojado luz sobre esta situación alarmante. Los datos son contundentes y estremecedores.
Desde la llegada al poder de Milei, los precios de los medicamentos más utilizados por los adultos mayores han experimentado aumentos vertiginosos. En apenas cinco meses, los incrementos han alcanzado niveles insospechados: un escalofriante 150,8%. Este desmesurado incremento supera con creces la ya elevada inflación del mismo período, que se sitúa en un preocupante 114,5%.
Pero los números fríos no reflejan el verdadero impacto humano de esta crisis. Detrás de cada porcentaje, hay historias de abuelos y abuelas que luchan por sobrevivir en un mar de incertidumbre y desesperación.
El informe destaca que, dentro del aumento generalizado del 8,4% registrado en marzo, hay medicamentos que han visto incrementos aún más drásticos. Algunos han llegado a aumentar hasta un 17,72% en un solo mes. Pero lo más alarmante son los incrementos interanuales, con aumentos promedio del 492% en los diez medicamentos más consumidos por los jubilados.
Entre estos medicamentos se encuentran productos tan vitales como el Daflon 500, utilizado para problemas venosos, que ha aumentado un 560%, y la Aspirina Prevent, esencial para prevenir problemas cardiovasculares, con un aumento del 538%.
En este contexto desolador, los precios con cobertura de PAMI (Programa de Atención Médica Integral) surgen como un rayo de esperanza para muchos. Sin embargo, incluso estos precios han sufrido un ajuste considerable en los últimos meses, acumulando un aumento del 99% en apenas cinco meses.
La situación es insostenible. Los jubilados, que han dedicado toda una vida al trabajo y al desarrollo de su país, se ven ahora abandonados a su suerte, sin poder acceder a los medicamentos que necesitan para mantener su salud y su dignidad.
Es hora de que las autoridades tomen cartas en el asunto y pongan fin a esta crisis humanitaria. Los derechos de nuestros mayores no pueden seguir siendo pisoteados en aras de políticas económicas irresponsables. El tiempo apremia, y cada día que pasa sin una solución es un día perdido para nuestros abuelos y abuelas.