En medio de una intensa interna gremial que hace peligrar la unidad del movimiento obrero organizado, provocada por la flexibilización laboral que impone la recientemente sancionada Ley de Bases, los secretarios generales de la CGT, Héctor Daer, Carlos Acuña, se reunirán este martes con el secretario de Trabajo, Julio Cordero. El encuentro se realizará a las 13 horas en la sede de la Secretaría de Trabajo ubicada en la avenida Leandro Alem 650. No confirmó su presencia el líder camionero Pablo Moyano, quien mantiene una postura combativa contra los intentos del gobierno.
La audiencia, convocada por Cordero, forma parte del “diálogo social” promovido por el Gobierno con el objetivo de conformar el Consejo de Mayo, el órgano encargado de traducir en leyes los 10 puntos del Pacto de Mayo, firmado por el presidente Javier Milei con 18 gobernadores de diversos sectores.
Fuentes gremiales consultadas por ELDELEGADO manifestaron su escepticismo respecto al llamado al diálogo. A pesar de la postura dialoguista del secretario de Trabajo, creen firmemente que las decisiones clave en el gobierno recaen exclusivamente en Javier Milei, su hermana Karina y el ministro Caputo. Según uno de los jefes gremiales, los tres funcionarios buscan el “aniquilamiento” de los gremios tal como se los conoce hoy en día. “Basta con leer los puntos principales de la reforma laboral para darse cuenta de que el gobierno busca terminar con la representatividad de la CGT”, comentó uno de los líderes sindicales.
A pesar de esta desconfianza, los sindicalistas son conscientes de que el número de trabajadores sindicalizados ha disminuido significativamente, y como dice el dicho popular, “la necesidad tiene cara de hereje”. En los círculos sindicales se especula que el gobierno pretende acordar con la CGT una nueva forma de financiamiento de los gremios. Por un lado, se les quitarían los aportes voluntarios y se les despojaría del manejo de las obras sociales, pero por otro, se abriría la puerta para que el nuevo fondo de desempleo, que reemplazaría las indemnizaciones, forme parte de los convenios colectivos de trabajo. Así, los sindicatos serían responsables de administrar y proteger ese fondo, destinado a sostener a los afiliados en caso de despido.
La situación recuerda a la década del 90, durante el neoliberalismo de Menem, cuando los “Gordos” de la CGT miraban para otro lado y cerraban acuerdos con el gobierno, a menudo como cómplices de un desempleo que alcanzó casi el 20%. Hoy, la central obrera enfrenta un desafío similar, aunque en un contexto global diferente. El sindicalismo tradicional se encuentra en una encrucijada frente a la pauperización de las condiciones de trabajo en un país donde, gracias a las políticas del actual gobierno y los errores del anterior, el salario promedio medido en dólares está entre los más bajos de la región.
Dentro de la CGT, la incógnita se centra en quiénes estarán