La Confederación General del Trabajo (CGT) ha decidido abandonar la pasividad que había mantenido desde el paro general del 9 de mayo. Los sectores más dialoguistas dentro de la central obrera finalmente reconocieron que las conversaciones con el gobierno de Javier Milei no estaban produciendo resultados. El ajuste económico, la devaluación del 118% y la reforma laboral han llevado a un aumento de la pobreza y el desempleo, mientras que el consumo ha caído casi un 10% en comparación con mayo.
En respuesta a esta situación, durante la última reunión del consejo directivo de la CGT, se concluyó que “el gobierno hizo todo para que volvamos a la calle”. Se ha acordado un nuevo plan de acción que comenzará con una marcha el 7 de agosto, coincidiendo con el Día de San Cayetano, en la que se unirán la CGT, las dos CTA y diversos movimientos sociales. El resto del plan se definirá en un plenario de regionales.
La Táctica de “Pegar y Salir”
Uno de los puntos destacados del nuevo plan es la adopción de la táctica de “pegar y salir”, una estrategia que busca realizar acciones contundentes y luego evaluar la reacción del gobierno. Esta propuesta fue sugerida por Andrés Rodríguez, titular de UPCN, y ha sido aceptada por el consejo directivo de la CGT. La táctica será debatida y detallada en el plenario de regionales, que se convocará para la segunda quincena de agosto en el salón Felipe Vallese de la CGT.
Un Año de Protestas
Desde el inicio del gobierno de Milei, la CGT ha estado activa en la resistencia contra sus políticas. Tras la devaluación anunciada por el ministro de Economía, Luis Caputo, y la aprobación del DNU 70/2023, la CGT reaccionó rápidamente, llevando sus reclamos a la justicia y organizando paros y movilizaciones. Sin embargo, tras el segundo paro general del 9 de mayo, la actividad de la CGT disminuyó, influenciada por sectores internos que optaron por el diálogo con el gobierno.
El secretario de Trabajo, Julio Cordero, mantuvo conversaciones con los dirigentes sindicales, lo que llevó a una tregua momentánea. No obstante, la sanción de la ley Bases y la reforma laboral impulsada por la UCR hicieron que la CGT volviera a la confrontación.
Unidad y Autocrítica
A pesar de las diferencias tácticas dentro de la CGT, la unidad de la central no ha estado en peligro. Héctor Daer y Pablo Moyano han reafirmado que la CGT debe mantenerse unida en su lucha. En la última reunión del consejo directivo, se hizo una autocrítica sobre la necesidad de recuperar la confianza de los trabajadores y organizar movilizaciones exitosas.
La marcha del 7 de agosto será una prueba de esta nueva etapa de lucha. Pablo Moyano declaró en una entrevista radial que esta movilización continuará con la consigna histórica de “paz, pan y trabajo”, y que será una protesta pacífica y multitudinaria contra la recesión, los despidos, la reforma laboral y el impuesto a las ganancias para los trabajadores.
Expectativas y Desafíos
La CGT se enfrenta al desafío de organizar un plan de acción efectivo en un contexto de creciente descontento social. La ausencia de una conducción política clara desde el peronismo ha sido una queja constante entre los dirigentes gremiales, quienes sienten que están solos en esta lucha.
El plenario de regionales de agosto será crucial para definir las próximas acciones y asegurar la participación de las dos CTA y las organizaciones sociales. La CGT se prepara para un nuevo capítulo en su resistencia contra las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei, con la esperanza de que sus movilizaciones generen un cambio en la dirección del país.