MILEI NIEGA LA EXPLOTACIÓN LABORAL Y AFIRMA QUE LOS TRABAJADORES “COMPRAN DINERO” A LOS EMPLEADORES

En una nueva muestra de desprecio por los derechos laborales y de alineamiento absoluto con los sectores más concentrados del poder económico, el presidente Javier Milei volvió a sacudir el tablero con declaraciones que rozan lo delirante. Durante su intervención en el 11º Latam Economic Forum 2025, el mandatario se jactó de haber “destruido la teoría de la explotación”, negando la existencia misma de relaciones desiguales entre trabajadores y empleadores, y proponiendo en su lugar una interpretación absurda: según él, los empleados “le compran dinero” a los patrones.

“Ustedes le compran dinero a su empleador. Se acabó la Teoría de la Explotación”, afirmó sin rubor el presidente, intentando disfrazar de teoría económica lo que no es más que una negación grotesca de la realidad. En un país donde millones viven con ingresos por debajo de la línea de pobreza, y donde el salario mínimo no cubre ni la mitad de una canasta básica, Milei pretende convencer al pueblo argentino de que no hay explotación sino un simple intercambio “libre” entre partes iguales.

Desde una lógica completamente despegada de la realidad cotidiana, Milei retomó postulados del economista libertario Murray Rothbard para construir su versión de un mercado laboral idílico donde los trabajadores voluntariamente intercambian su tiempo por dinero, sin que medien relaciones de poder, necesidad ni desigualdad estructural. Más aún, deslizó que en todo caso, los explotados serían los empresarios: “salvo que los trabajadores estén explotando a los empresarios”, lanzó, provocando estupor en buena parte del auditorio.

DÓLARES DEL COLCHÓN Y EL MIEDO A LOS “DELINCUENTES LEGALES”

En otro tramo de su discurso, Milei insistió con la fantasía de una “dolarización endógena”, es decir, un supuesto plan para que los miles de millones de dólares que los argentinos guardan fuera del sistema bancario aparezcan mágicamente para transformar la economía. “En los colchones debemos tener 200.000 millones, o 300 mil millones, o 400 mil, según a quién le pregunten”, estimó sin dar ninguna fuente seria, como si manejar cifras astronómicas sin precisión fuera una muestra de liderazgo.

Más grave aún fue la forma en que justificó la evasión y el ocultamiento de capitales, apuntando contra la política en general: “Esos que llevaron los dólares al colchón no son delincuentes, son personas que se escaparon de los delincuentes legales, que son los políticos”, disparó con el tono agresivo que lo caracteriza. Para Milei, la culpa no es del evasor, sino del sistema democrático que cobra impuestos y exige responsabilidad fiscal.

Además, adelantó que su Gobierno trabaja para garantizar que quienes tienen esos dólares escondidos puedan ingresarlos al circuito financiero sin ser perseguidos, lo cual supone, ni más ni menos, que una nueva amnistía para los sectores que evadieron durante años y ahora serían premiados por su desconfianza al Estado.

NI DOLARIZACIÓN NI JUSTICIA SOCIAL

Finalmente, y en una contradicción más de su propio relato, Milei reconoció que el peso seguirá existiendo “para pagar impuestos” durante la transición hacia la dolarización. Es decir, mientras alienta a los argentinos a abandonar la moneda nacional, reconoce que seguirá siendo obligatoria para tributar. Un detalle que pone al desnudo la falta de consistencia de su programa económico y la distancia entre su retórica incendiaria y la realidad de gestión.

Con este tipo de afirmaciones, Milei no solo refuerza su alianza con los grandes grupos económicos, sino que reafirma su desprecio por las luchas históricas del movimiento obrero. La teoría de la explotación no se “destruye” con frases rimbombantes en un foro empresarial, y mucho menos en un país atravesado por la desigualdad, el desempleo y la informalidad laboral. Su relato, cada vez más agresivo y despegado de los datos concretos, confirma que gobierna de espaldas a los trabajadores.