En un contexto de fuerte conflictividad social y creciente malestar en el mundo del trabajo, los trabajadores del sector energético endurecen su posición frente a las políticas del gobierno de Javier Milei, a las que denuncian como un plan sistemático de ajuste, represión y precarización laboral. Así lo expresó Carlos Minucci, secretario general de la Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía (APSEE), en declaraciones al medio sindical EL DELEGADO, donde trazó un diagnóstico crudo sobre la situación económica, social y política del país.
“La destrucción que estamos viviendo no es casual. Son señales que vienen de lejos y que hoy desembocan en un país fragmentado, con presos políticos, con jubilados abandonados y con trabajadores cada vez más pobres”, sostuvo Minucci, al tiempo que advirtió que “la sangre, como siempre, la van a poner los trabajadores”.
El dirigente sindical puso el foco en el sector eléctrico, al que definió como uno de los más castigados por la decisión oficial de retirar subsidios sin un esquema de transición. “El gobierno está empujando a las empresas a no invertir. Les quita subsidios, no pone un peso y después se desentiende de las consecuencias. Eso nos lleva a una anarquía peligrosa, sin control ni Estado”, alertó.
Minucci también denunció el impacto directo en los usuarios más vulnerables. “El Estado dejó de hacerse cargo de los electrodependientes. Ese subsidio era clave. Ahora la empresa debe absorber ese costo, mientras crece la morosidad porque la gente no puede pagar la tarifa. Es un círculo perverso”, explicó.
En su análisis, el referente de APSEE vinculó la política energética con un modelo económico más amplio que, según dijo, “beneficia a unos pocos y condena a millones”. “Suben tarifas, avanzan con una reforma laboral que solo engorda la ganancia del capital y destruyen derechos. El trabajador pierde empleo, salario y dignidad”, afirmó.
El dirigente también cuestionó el clima social que, a su entender, combina resignación y manipulación. “Hay sectores que viven bajo un síndrome de Estocolmo. Aplauden mientras los ajustan. Pero están jugando con fuego: hay gente que no come, jubilados que no tienen medicamentos y una bronca que crece”, advirtió.
Frente a este escenario, Minucci reclamó una reacción más contundente del movimiento obrero. “La CGT tiene que pasar a la acción. Una gran movilización en Plaza de Mayo como primer paso de un plan de lucha. La historia del peronismo se escribió en la calle, defendiendo a los trabajadores”, remarcó.
Finalmente, dejó una advertencia política hacia el futuro: “Si no se reconstruye una representación real de los trabajadores y no se sale a disputar el sentido en los barrios, en la calle y con los jóvenes, este modelo se va a profundizar. Y como siempre, el costo lo va a pagar el pueblo”.