(Por Alejandro Di Palma, empresario Provincia de Entre Ríos) – Es que el EX-capitán Francesco Schettino, condenado a 16 años de cárcel por el naufragio del “Costa Concordia”, resulta hoy a la luz de los hechos (vacunatorio VIP), ser una persona sentenciada injustamente.
Podríamos asegurar que Schettino fue un visionario, el uso de los botes salvavidas para sí
mismo, desinteresándose de la prioridad que tienen los pasajeros, fue
la luz que iluminó el camino de muchos de nuestros funcionarios provinciales, “los próceres”.
Hemos sido testigos involuntarios de coartadas infantiles de parte de este conjunto de
funcionarios que utilizaron un elemento útil para el salvataje de vidas, para sí mismos y en un
gesto que describe su grandeza y desprecio por el egoísmo, incluyeron a TODAS sus relaciones
personales.
Este grupo de notables (estratégicos) junto con sus afectos (igualmente estratégicos) NO han
podido exhibir una coartada tan convincente como la de Schettino, el capitán que debió ser el
último en abandonar el barco según la normativa marinera, PERO tuvo más suerte y SI consiguió
subirse a un bote, dejando atrás a cientos de personas y a la buena de DIOS…
Pero analicemos la coartada, luego del naufragio, Schettino aseguró que se había caído sobre el
bote debido a la inclinación del barco, pero su ropa seca al llegar a tierra y las imágenes
registradas por los bomberos, no dejaban lugar a dudas, se auto definió como un “estratégico”…
Ese gesto pionero de la condición de “estratégico”, es el que parece haber iluminado a nuestros
dirigentes Provinciales.
Es en el proceso judicial que siguió, donde podemos advertir algunas diferencias con los hechos
que hemos vivido en Entre Ríos, Schettino siempre ha defendido su inocencia y ha señalado a su
tripulación como responsables de la tragedia por no haberle advertido a tiempo. En nuestro caso
por supuesto nadie es culpable ni las acciones deleznables, ya que hasta este momento, no fue
necesario echarle la culpa a tripulación alguna.
En ese contexto, vale la comparación para evitar discusiones bizantinas, poner sobre la mesa de debate un tema que no es nuevo y para posicionarme como crítico de carácter “constructivo”.
Planteo el viejísimo asunto de los beneficios que la corporación política ha tenido en Entre Ríos durante muchísimos años. No es nada nuevo lo que ocurre con este gobierno que ahora se cree disruptivo al proponer una unidad fiscal ad-hoc para COMPENSAR a “la política”.
Evidentemente la política entrerriana ha tenido todos los privilegios que definió y sumó durante muchísimos años y esto de la “Unidad de Compensación Económica (UCE)” no es otra cosa mas, que la continuidad de esa precisa acción de auto privilegio a la que nos acostumbraron en Entre Ríos.
A modo de ejemplo propongo una nota que escribí (en Febrero del 2021) sobre otro privilegio que oportunamente se auto-propinó (siempre justificadamente) “la política” en tiempos de la gestión pasada (Bordet), en la que se priorizaron en la vacunación contra el COVID, en plena pandemia. En ese momento fue, para muchos, una cuestión de vida o muerte y ahí, ellos también eran “la prioridad”, incluyendo sus familiares, amigos y hasta empleados (choferes).
Eran épocas donde nadie se animaba a enconarse y denunciar al Poder, épocas donde los derechos personales no estaban tan claros, se imponían criterios de seguridad por sobre los derechos más básicos que se justificaban con una lógica difusa de seguridad sanitaria.
La lógica que siempre usó “la política entrerriana”, fue la del capitán Francesco Schettino, capitán del Costa Concordia, quien se subió antes que nadie a los botes salvavidas en el medio de un naufragio donde el responsable fue el mismo.
Una persona que se convierto en el hombre más odiado de Italia, sin embargo, en Entre Ríos todo pasa sin consecuencias. El mismo gesto de parte de nuestra política vernácula, terminó otra vez sin castigo.
Aunque no los hayamos dado cuenta, nuestra provincia, como el “Costa Concordia”, ha
naufragado.