En diálogo exclusivo con El Delegado, el secretario general de la CGT, Octavio Arguello, afirmó que la fuerza del movimiento obrero descansa en un principio simple pero decisivo: la unidad como condición indispensable para negociar con poder y sostener la dignidad del trabajo. Su mirada combina la lógica del intercambio permanente con una convicción profunda: “cuando el movimiento está unido, recibimos lo que nos corresponde”.
Por Tomás Casanova | El Delegado
“La unidad no es una utopía”, lanzó Octavio Arguello sin rodeos durante una conversación extensa y reflexiva. Para el secretario general de la CGT, esa frase resume el corazón de la estrategia que la central obrera viene consolidando en medio de un escenario económico y político agitado. No se trata sólo de un gesto político: es una forma de leer la realidad. “La naturaleza entera funciona en base al intercambio. El ser humano también. Todo es toma y daca”, explicó.
Según Arguello, tanto en la vida cotidiana como en el mundo del trabajo, la negociación no es apenas un recurso técnico sino una actitud. “Hay que estar despiertos, enfocados. La bendición siempre está, pero muchos la pierden por no prestar atención. En las paritarias pasa lo mismo: el que negocia desde la unidad recibe más y recibe mejor”, sostuvo.
El dirigente recordó que incluso cuando las circunstancias parecen adversas, el intercambio nunca deja de existir. “A veces se recibe mucho, a veces poco. Pero siempre se recibe algo si uno hace lo que tiene que hacer y se coloca en el lugar que le compete”, afirmó. Esa idea, que Arguello asocia a una energía que atraviesa todas las cosas, es para él la clave del trabajo gremial: presencia, constancia y conciencia del propio rol.
Arguello insistió en que el movimiento obrero sólo puede defender salarios y derechos si preserva la cohesión interna. “La unidad no es un concepto romántico: es una herramienta de poder. Cuando estamos unidos, el diálogo rinde más, los acuerdos llegan antes y la dignidad del trabajador se sostiene”, remarcó.
Para el titular de la CGT, las próximas negociaciones con el sector empresario y el Gobierno pondrán a prueba ese principio. “Vienen tiempos intensos, es cierto, pero también son tiempos propicios. El país necesita acuerdos y los trabajadores necesitan certezas. La unidad nos permite entrar a cada mesa con claridad y sin perder energía en conflictos internos”, dijo.
Incluso al hablar de los detalles más concretos —audiencias, actas, firmas, trámites— Arguello volvió una y otra vez a su idea central: “Todo lo que acontece es parte de una misma obra. Un crédito que se firma, un aumento que se consigue, un beneficio que se recupera… todo llega cuando uno está atento y actúa con la convicción correcta”.
Antes de despedirse, volvió sobre la frase que eligió para esta nota como bandera: “La unidad no es una utopía. Es un trabajo cotidiano, es un mandato y es la condición esencial para que los trabajadores reciban lo que les corresponde. Mientras la sostengamos, nada es imposible para el movimiento obrero argentino”.