MOLINOS RÍO DE LA PLATA: LOS TRABAJADORES RESISTEN UN PLAN DE AJUSTE QUE BENEFICIA A LOS DUEÑOS Y CASTIGA A QUIENES PRODUCEN

La planta que Molinos Río de la Plata posee en Esteban Echeverría se encuentra completamente paralizada desde la noche del martes 17 de junio. Trabajadores y trabajadoras iniciaron un paro por tiempo indeterminado en respuesta a diez despidos que, según denuncian desde la Comisión Interna y el Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA) de Buenos Aires, forman parte de un plan deliberado de ajuste y precarización laboral.

Lejos de ser un hecho aislado, la medida de fuerza se inscribe en un contexto más amplio. Desde hace semanas, la empresa de la familia Pérez Companc venía amenazando con reducir un 10% de su plantel bajo el argumento de que “los salarios son altos”. Una definición cínica si se tiene en cuenta que la alimenticia obtuvo ganancias netas por $32.687 millones en 2024 y repartió dividendos por más de $81.800 millones entre sus accionistas a fines del año pasado.

Mientras las familias trabajadoras luchan por llegar a fin de mes y la inflación castiga con dureza el bolsillo popular, Molinos —con más de 31 marcas que llegan al 98% de los hogares argentinos— decide avanzar con despidos injustificados, amparándose en la flexibilización laboral y en un clima político que facilita el recorte de derechos.

El comunicado de la Comisión Interna es claro: “La empresa empezó a implementar unilateralmente la reducción de dotaciones, modificando tareas y recargando funciones en menos trabajadores, en condiciones laborales cada vez más difíciles”. Se trata de un proceso que pone en riesgo no solo los empleos, sino también la seguridad y la salud del personal.

Molinos Río de la Plata no es cualquier empresa. Tiene posición dominante en varios rubros de la alimentación básica: produce el 79% de los fideos, el 45% del arroz y el 36% de los aceites que se consumen en el país. Su incidencia en los precios es tan directa como peligrosa: entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024, los precios de estos tres productos aumentaron hasta un 74%, en un contexto en que la inflación general se desaceleraba. Comer se volvió un lujo, mientras las empresas concentradas maximizaban sus márgenes.

La situación actual demuestra que, incluso en medio de una profunda recesión, la riqueza se sigue generando, pero no se distribuye. La planta de Esteban Echeverría, como tantas otras en el país, está en pie de lucha para defender lo más elemental: el derecho al trabajo. Frente al ajuste, la respuesta de los trabajadores fue contundente: unidad, organización y paro activo.

El reclamo es claro y justo. Se exige la reincorporación inmediata de los despedidos, el fin del plan de recortes y el respeto por la dignidad laboral. Plata hay, lo que falta es voluntad de compartirla con quienes sostienen la producción día a día. En una Argentina golpeada por la desigualdad, la pelea de las y los trabajadores de Molinos marca un rumbo necesario: no resignar derechos frente a la avaricia del capital.