El gobierno de Javier Milei logró un golpe estratégico contra los gremios aeronáuticos al usar una combinación de extorsión y presión judicial que ha terminado por fracturar la resistencia sindical en defensa de Aerolíneas Argentinas. Bajo amenazas directas de cierre y despidos masivos en Intercargo, los sindicatos se vieron obligados a suspender las medidas de fuerza y retomar el diálogo con la empresa, pero desde una posición de vulnerabilidad.
Las denuncias impulsadas por el gobierno, acusando a los gremialistas de “privación ilegítima de la libertad” por bloquear el acceso a Aeroparque, marcaron un antes y un después en las negociaciones. Con una postura que muchos consideran intimidatoria, Milei demostró estar dispuesto a usar todas las herramientas a su disposición, incluso judiciales, para socavar la defensa de los trabajadores y debilitar su capacidad de acción colectiva.
Las divisiones internas entre los sindicatos también jugaron un papel clave en esta jugada del oficialismo. La falta de una postura unificada permitió que el gobierno avanzara con su agenda de privatización, imponiendo un clima de temor y resignación. Los gremios de APLA, APA y AAA, al retomar el diálogo, manifestaron públicamente que su decisión fue en el marco de la “buena fe”, aunque la realidad muestra que las amenazas de despidos masivos y la posibilidad de desmantelamiento total de Aerolíneas pesaron fuertemente en su decisión.
Voceros del gobierno, como Manuel Adorni, han dejado claro el mensaje: el plan de Milei para desregular el servicio de rampa y permitir el ingreso de operadores privados en Intercargo es solo el primer paso en su objetivo de transformar a Aerolíneas Argentinas en una empresa sin intervención estatal. Los despidos en Intercargo y la reforma de los convenios laborales apuntan a eliminar cualquier vestigio de poder sindical, debilitando a los gremios para evitar futuras resistencias.
Con una defensa sindical debilitada, el escenario para Aerolíneas Argentinas es incierto. Mientras los gremios intentan recomponerse, el gobierno avanza en su plan de privatización. La combinación de extorsión y división sindical ha dado fruto, dejando a Aerolíneas más vulnerable que nunca y a sus trabajadores en una posición de precariedad ante la firme voluntad de Milei de reducir el papel del Estado en el sector aeronáutico.