La histórica planta de SKF en Tortuguitas bajó sus persianas tras 90 años de producción nacional. La multinacional trasladará su operación a Brasil y despedirá a todos sus trabajadores. Desde la UOM apuntan al Gobierno por la apertura indiscriminada de importaciones que destruye la industria argentina.
El golpe llegó sin aviso. Después de casi nueve décadas de actividad ininterrumpida, la planta de SKF en Tortuguitas, una de las más emblemáticas del sector metalmecánico, anunció el cierre definitivo de sus puertas. La decisión deja a 150 trabajadores sin empleo y marca otro capítulo oscuro en el proceso de desindustrialización que atraviesa el país.
La compañía sueca, dedicada a la fabricación de rulemanes y componentes mecánicos, confirmó que trasladará su producción a Brasil, transformando su filial argentina en una simple importadora. Un cambio que no solo desmantela una fábrica, sino también una comunidad obrera que durante generaciones sostuvo el corazón productivo del conurbano bonaerense.
Desde la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) no tardaron en responsabilizar al Gobierno nacional por la medida. “Esto es consecuencia directa de la apertura indiscriminada de importaciones. Con estas políticas, es imposible competir y mantener la producción local”, señalaron desde el gremio en un comunicado.
El cierre de SKF no es un caso aislado. En los últimos meses, numerosas empresas industriales han reducido personal o directamente abandonado el país, arrasadas por una combinación de caída del consumo, pérdida de competitividad y falta de protección al trabajo argentino.
Los trabajadores, muchos de ellos con más de veinte años en la planta, denunciaron que “se destruye el esfuerzo de toda una vida”. Algunos todavía esperan una salida negociada, aunque reconocen que las puertas del establecimiento ya no volverán a abrirse.
En el parque industrial de Tortuguitas, el silencio reemplazó al ruido de las máquinas. Lo que antes era símbolo de progreso y trabajo digno, hoy se convierte en otro testimonio del deterioro productivo que golpea a la clase trabajadora.
Mientras el Gobierno insiste con su política de “libre mercado”, la realidad muestra una contracara dolorosa: la pérdida de empleos industriales, el cierre de fábricas históricas y el vaciamiento de los talleres donde alguna vez se forjó buena parte del desarrollo nacional.
Desde la UOM adelantaron que evaluarán medidas de acción gremial y convocaron a la solidaridad de todo el movimiento obrero. “No se trata solo de 150 trabajadores —advirtieron—. Es el futuro de la industria argentina lo que está en juego”.