La masiva movilización sindical a Plaza de Mayo forzó al oficialismo y al Congreso a postergar el debate de la reforma laboral hasta febrero. Desde el escenario, el secretario general de la CGT, Octavio Arguello, advirtió que el proyecto “solo busca pagar cada vez menos y beneficiar al poder económico”, y llamó a defender en la calle la dignidad del trabajo y de las familias.
Una multitud de trabajadores colmó este miércoles 18 de diciembre la Plaza de Mayo en una demostración de fuerza de la Confederación General del Trabajo (CGT) contra el intento del Gobierno de avanzar con una profunda flexibilización laboral. La protesta, que reunió a sindicatos de todos los sectores, organizaciones sociales y las dos CTA, terminó marcando un límite político: el tratamiento de la reforma laboral fue finalmente postergado para febrero, tras la presión ejercida desde la calle.
El acto central tuvo como principal orador al secretario general de la CGT, Octavio Arguello, quien apuntó directamente contra el corazón del proyecto oficial. “Es mentira que se puede dar más trabajo quitándole derechos. Es mentira que se pueda hablar de dignidad cuando nos quieren sacar lo que es nuestro”, sostuvo ante miles de manifestantes, en referencia a las indemnizaciones y a las conquistas históricas del movimiento obrero.
Con un discurso encendido, Arguello remarcó que la reforma no busca mejorar el empleo sino precarizarlo. “Nos quieren hacer creer que esto es para los trabajadores, pero es una gran mentira. Esto es para sus amigotes, para el poder económico que siempre viene a explotarnos”, afirmó, mientras la plaza respondía con aplausos y cánticos.
El dirigente sindical también llamó a no resignar derechos y a sostener la lucha colectiva. “No podemos entregar lo que costó años de pelea. Tenemos que ganar la calle, profundamente, por los derechos y por la dignidad de nuestras familias”, expresó, en uno de los tramos más aplaudidos de su intervención.
En un mensaje directo al Congreso, Arguello advirtió a senadores y diputados que impulsan la iniciativa oficial que el movimiento obrero no permanecerá inmóvil. “Ojo con lo que hacen, porque el pueblo y la patria se los van a reclamar”, lanzó, dejando en claro que la CGT seguirá de cerca el debate parlamentario.
La movilización de este miércoles se dio en un contexto de fuerte crisis laboral, con caída del empleo, pérdida del poder adquisitivo y un creciente malestar social frente a las políticas de ajuste. En ese escenario, la CGT buscó mostrar unidad y capacidad de respuesta frente a lo que considera un intento de avanzar sobre derechos adquiridos durante décadas de lucha sindical.
Hacia el final de su discurso, Arguello dejó abierta la posibilidad de profundizar las medidas si el Gobierno insiste con la reforma. “Si no nos escuchan, vamos a terminar en un paro nacional. Vamos a luchar en todos los ámbitos que sea necesario, a lo largo y a lo ancho del país”, advirtió.
La jornada cerró con una conclusión clara puertas adentro del sindicalismo: la masiva presencia de trabajadores en la calle logró frenar, al menos por ahora, la reforma laboral. El aplazamiento del debate hasta febrero fue leído como una victoria política de la movilización y una señal de que, frente al avance sobre los derechos laborales, la CGT apuesta a volver a hacer de la calle su principal herramienta de presión.