En una movilización multitudinaria este 18 de diciembre, la central obrera rechazó de plano el proyecto oficial y advirtió que, si no hay marcha atrás, el conflicto puede escalar a un paro nacional. Hubo tensión con las fuerzas de seguridad y fuertes críticas al protocolo antipiquete.
La Plaza de Mayo volvió a ser este miércoles el epicentro del conflicto social. Desde las primeras horas de la tarde, columnas de sindicatos confederados, organizaciones sociales y delegaciones del interior colmaron el centro porteño en rechazo a la reforma laboral impulsada por el Gobierno nacional. La convocatoria de la CGT tuvo un carácter masivo y marcó un punto de inflexión en la relación entre la central obrera y la Casa Rosada.
El clima estuvo atravesado por momentos de fuerte tensión en la avenida 9 de Julio, donde el Ejecutivo intentó aplicar el protocolo antipiquete. Hubo empujones, forcejeos y corridas aisladas cuando las fuerzas de seguridad buscaron ordenar la circulación, en un escenario que expuso la fragilidad del intento oficial por contener la protesta sin escalar el conflicto.
Desde el escenario montado frente a la Casa Rosada, los principales dirigentes sindicales endurecieron el tono. Jorge Sola, secretario de Prensa de la CGT, lanzó una advertencia directa: “Vamos a terminar en un paro nacional si siguen sin escucharnos”. En la misma línea, fue categórico al afirmar que la central obrera “se va a oponer a cada punto de la reforma laboral”, a la que definió como un retroceso histórico para los derechos de los trabajadores.
El cosecretario general de la CGT, Octavio Argüello, reforzó el mensaje político de la jornada. “Vamos a luchar en todos los ámbitos que sean necesarios”, sostuvo, y volvió a poner sobre la mesa la posibilidad de una medida de fuerza de alcance nacional: “Si no nos escuchan, vamos a terminar en un paro nacional”.
La movilización reunió a gremios industriales, estatales, del transporte y de servicios, además de movimientos sociales que acompañaron la protesta. Según estimaciones sindicales, decenas de miles de personas participaron de la marcha, en una demostración de poder de fuego que buscó enviar una señal clara al Gobierno y al Congreso, donde el proyecto de reforma laboral espera tratamiento.
El rechazo se centra en los cambios propuestos en materia de indemnizaciones, modalidades de contratación, negociación colectiva y flexibilización de condiciones de trabajo. Para la CGT, la iniciativa oficial “precariza el empleo, debilita a los sindicatos y traslada el ajuste sobre los trabajadores”, en un contexto de pérdida del poder adquisitivo y aumento del costo de vida.
La jornada cerró sin incidentes de gravedad, pero con un mensaje inequívoco: el conflicto recién comienza. La conducción cegetista dejó en claro que la movilización de este 18 de diciembre es solo el primer paso de un plan de acción más amplio, que podría escalar en las próximas semanas si el Gobierno insiste en avanzar con la reforma laboral sin consenso social ni diálogo con los trabajadores.