DESPUÉS DEL ACTO EN BERISSO… ¿VOLVIÓ LA MÍSTICA PERONISTA?

El pasado acto en Berisso, sin Cristina y con un Kicillof neutral, vuelve a ser la cuna simbólica del peronismo, hecho que dejó en el aire una pregunta que resuena con fuerza: ¿volvió la mística peronista?

La aparición de Cristina Fernández de Kirchner como la candidata más firme para presidir el Partido Justicialista en la oposición al gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, revive el debate sobre si el peronismo, tras años de crisis internas y divisiones, puede volver a ser el movimiento que históricamente se jactaba de su capacidad para unificar a sus bases bajo un liderazgo fuerte y carismático.

La pregunta no es menor, ya que el surgimiento del movimiento libertario con Javier Milei a la cabeza ha fragmentado el escenario político argentino, desplazando al peronismo como el núcleo de poder que supo ser durante décadas.

Los años de crisis económica, la falta de un liderazgo unificado y el desgaste que provocó la gestión del Frente de Todos han llevado a muchos a preguntarse si el peronismo tiene, hoy por hoy, la capacidad de recomponer su identidad y ofrecer una alternativa sólida.

En este contexto, la figura de Cristina Kirchner, aún con sus luces y sombras, se impone como la conductora natural del movimiento. Pero, ¿es suficiente su presencia para revivir aquella “mística” que siempre fue el orgullo del peronismo? ¿O estamos ante un peronismo que ha perdido definitivamente su capacidad de ordenarse a través de un líder o lideresa indiscutida?

La historia reciente muestra que el peronismo lleva más de 30 años sin una interna partidaria fuerte y competitiva, como la que protagonizaron Carlos Menem y Antonio Cafiero en los fines de los 80. Aquella disputa fue un ejercicio clásico de democracia interna, donde los afiliados pudieron elegir su conductor, algo que no se ha repetido en las últimas décadas. En su lugar, el partido ha sido escenario de negociaciones de cúpula, acuerdos entre dirigentes y candidaturas consensuadas, lo que ha debilitado la conexión con sus bases.

Sin embargo, la posibilidad de que Cristina se enfrente a Quintela en una interna abre la puerta a un retorno de las tradiciones partidarias que alguna vez hicieron del peronismo una fuerza política imparable. Un retorno a esa mística que, según sus defensores, se basaba en la capacidad de generar lealtades inquebrantables, en la identificación de las bases con un liderazgo fuerte y en la promesa de un futuro mejor para las clases populares.

Pero el desafío no es menor. El peronismo, hoy, está ante la prueba de si es capaz de reconfigurarse en un escenario completamente distinto al de las décadas pasadas. Un escenario en el que el discurso libertario de Milei ha calado hondo en sectores que antes se identificaban con el peronismo. Un escenario donde la crisis económica ha golpeado duramente la credibilidad de la clase política, y donde las nuevas generaciones no tienen los mismos lazos emocionales con el peronismo que las anteriores.

Cristina, por más fuerte que sea su figura, no representa una solución mágica a todos estos problemas. De hecho, su liderazgo polarizante es parte del desafío. Mientras para muchos peronistas ella sigue siendo la conductora indiscutida, para otros sectores del movimiento su regreso al centro de la escena es visto como un obstáculo para la renovación que el partido necesita.

Quintela, por su parte, representa una apuesta diferente: un perfil más bajo, más conciliador, pero con menos arrastre popular. La interna entre ambos podría ser una oportunidad para que el peronismo resuelva sus tensiones internas y defina qué tipo de liderazgo necesita para enfrentar a un gobierno libertario que, al menos por ahora, se muestra sólido en el poder.

Así, el acto en Berisso puede haber marcado el inicio de una nueva etapa en el peronismo, una en la que se replantee su identidad, su liderazgo y su relación con las bases. ¿Volverá la mística peronista? Eso dependerá de si el partido logra ordenar sus filas a través de un proceso democrático real, como el que no realiza desde la famosa disputa Menem-Cafiero. El tiempo dirá si Cristina y Quintela representan un nuevo capítulo en esa historia, o si el peronismo, tal como lo conocimos, quedó atrapado en el pasado.