LA CGT ENDURECE SU POSTURA, CUESTIONA LA REFORMA LABORAL Y ADVIERTE QUE NO ACEPTARÁ AVASALLAMIENTOS

El co-secretario general de la CGT, Cristian Jerónimo, lanzó duras críticas contra el Gobierno de Javier Milei por el proyecto de reforma laboral, al que calificó de “unilateral” y carente de diálogo. Reivindicó el rol histórico de la central obrera, defendió los convenios colectivos y advirtió que sin consenso social no habrá modernización posible del mundo del trabajo.

La Confederación General del Trabajo volvió a marcar la cancha frente al avance del Gobierno sobre la legislación laboral. Esta vez fue Cristian Jerónimo, uno de los tres co-secretarios generales de la central obrera, quien expuso con crudeza la mirada sindical y dejó en claro que la CGT no está dispuesta a convalidar reformas que, bajo el argumento de la modernización, impliquen un retroceso en derechos adquiridos.

En una entrevista radial, Jerónimo fue tajante: negó que haya existido una mesa de diálogo real con el Ejecutivo y sostuvo que el proyecto oficial fue elaborado “a espaldas de los trabajadores y del sector empresario”. Para el dirigente sindical, el Gobierno incumplió su responsabilidad institucional al no convocar a las contrapartes naturales antes de enviar la iniciativa al Congreso.

Uno de los ejes más sensibles de su crítica estuvo puesto en los contenidos del proyecto. Jerónimo advirtió que la reforma no aporta soluciones concretas para las pequeñas y medianas empresas y, por el contrario, introduce mecanismos que flexibilizan las condiciones laborales de manera peligrosa. Señaló especialmente el banco de horas, la extensión de la jornada sin reglas claras y la caída de la ultraactividad de los convenios colectivos, lo que —según afirmó— abre la puerta a una fragmentación salarial y a la existencia de “trabajadores de primera y de segunda” según la región o la empresa.

Lejos de mostrarse reacio a cualquier cambio, el dirigente aclaró que la CGT no se opone a debatir una modernización laboral. Sin embargo, remarcó que ese proceso debe ser fruto del consenso y no de la imposición. En ese sentido, recordó experiencias recientes en sectores como el automotriz y el petrolero, donde las modificaciones se lograron a partir de acuerdos entre sindicatos y empresas, sin necesidad de reformas generales impuestas desde el poder político.

Jerónimo también puso el foco en uno de los datos más alarmantes del mercado laboral argentino: el 43 por ciento de los trabajadores se desempeña en la informalidad. Para el sindicalista, ese fenómeno es la verdadera muestra del fracaso económico de las últimas décadas y no se resolverá quitando derechos a quienes hoy están en blanco. Por el contrario, propuso la construcción de un nuevo régimen que permita incorporar al sistema formal a los trabajadores informales y de plataformas, tomando como ejemplo experiencias internacionales como la regulación de los riders en España.

En ese marco, defendió con firmeza el rol de la CGT como actor central de la vida democrática. Rechazó cualquier lectura de resignación frente al avance del Gobierno y aseguró que la central obrera está dando la discusión en todos los ámbitos institucionales. Si bien evitó confirmar medidas de fuerza inmediatas, dejó claro que la organización sindical cuenta con herramientas de acción directa si el Ejecutivo insiste en avanzar sin escuchar.

El mensaje final fue político y conceptual: sin diálogo social no hay reforma posible. Para Jerónimo, la fortaleza de la CGT radica precisamente en su capacidad de representar a millones de trabajadores y de equilibrar la balanza frente a proyectos que, bajo la lógica del ajuste y la flexibilización, ponen en riesgo la cohesión social. En tiempos de confrontación abierta, la central obrera busca reafirmar su lugar como actor de peso y advertir que el conflicto seguirá latente mientras el Gobierno elija el camino de la imposición.