La Confederación General del Trabajo (CGT) denunció este lunes un violento ataque contra la sede central del Sindicato de Empleados del Vidrio (SEIVARA) y advirtió que no se trató de un hecho aislado ni de un simple delito común, sino de un mensaje intimidatorio dirigido al conjunto del movimiento obrero, en la antesala de la movilización convocada para este jueves 18 de diciembre contra la reforma laboral.
Según informó la central sindical, un grupo de personas aún no identificadas ingresó por la fuerza al edificio del gremio, provocando destrozos y daños materiales de consideración. El ataque afectó no solo a la estructura del sindicato, sino también a sus afiliados y al personal que allí se desempeña.
Desde la CGT señalaron que el episodio remite a “viejas prácticas” que se creían superadas en la Argentina democrática y rechazaron de plano la hipótesis de un hecho meramente policial. “Resulta ingenuo creer que esto responde a un delito común”, sostuvieron, al vincular el ataque con el clima de tensión política y social generado por el debate de la reforma laboral impulsada por el Gobierno.
En ese marco, la central obrera expresó su solidaridad con Cristian Jerónimo, secretario general del SEIVARA y cosecretario general de la CGT, y reclamó a las autoridades un rápido esclarecimiento de lo ocurrido, con la identificación de los responsables materiales e intelectuales del ataque.
“El intento de amedrentamiento no hará retroceder al movimiento obrero”, afirmaron desde el Consejo Directivo Nacional, al tiempo que remarcaron que la CGT “dará todas las peleas que tenga que dar” en defensa de los derechos de los trabajadores. Lejos de debilitar la protesta, advirtieron, este tipo de hechos refuerza la unidad y la decisión de sostener la movilización prevista.
La conducción cegetista cerró el comunicado con un mensaje político claro: no habrá marcha atrás frente a lo que consideran discursos de odio y prácticas antidemocráticas. Para la central sindical, el ataque al sindicato del vidrio se inscribe en un escenario de creciente confrontación, donde —aseguran— está en juego la defensa del trabajo y de las conquistas laborales de millones de argentinos.