(Por Tomás Casanova para ELDELEGADO) – La frase “El mal paga siempre con mal”, no es solo una advertencia moral, sino una señal de alerta en el pulso político actual. En un momento donde el odio se amplifica, este mensaje invita a la reflexión: responder al mal con más mal sólo alimenta un ciclo que erosiona la democracia y la convivencia.
Un giro inquietante en el escenario argentino
La reciente condena judicial a Cristina Fernández de Kirchner no solo sacudió sentidos viscerales del peronismo, sino que también exacerbó divisiones en la arena política. El gobierno de Javier Milei, así como sus voceros más duros, han explotado esta situación para radicalizar el discurso. Hay un coro que parece nutrirse del resentimiento y el agravio: “ellos son corruptos, por eso podemos usar todo” —ese razonamiento, desde cualquier costado, abreva en las aguas contaminadas del odio.
Derrotar el mal, sí; pero sin replicarlo
La advertencia del video cobra fuerza: el mal no se contrarresta con más mal. La condena a la expresidenta, válida o no según cómo se la juzgue, no puede ser motivo para legitimar el encono o la revancha. El Estado debe custodiar la paz social y proteger la institucionalidad, ejerciendo la justicia con firmeza, pero sin alentar discursos divisores ni estigmatizar a sectores de la sociedad por afinidades ideológicas.
¿Caridad u obstinación?
Claro que muchos sentirán que “el ogro” histórico del kirchnerismo vuelve a emerger y clamarán por controles más severos. Y, al mismo tiempo, quienes comparten la postura de Milei viran hacia una lógica que estigmatiza al adversario como “el otro” a batir sin matices. En ese terreno, la tentación de “pagar mal con mal” crece. Pero es justo en esos momentos cuando la concordia debe alzarse como valor republicano y social.
Caminos hacia una reconciliación política
• Rechazo al odio como motor: la política requiere debates, no trincheras. Aquellos que fomentan el enfrentamiento permanente erosionan la confianza de la ciudadanía.
• Construcción institucional: es imperativo que la justicia actúe con independencia. El poder ejecutivo debe respetar esa autonomía, sin insinuaciones ni presiones ni revanchismos.
• Responsabilidad desde todos los sectores: peronistas, liberales y radicales tienen la obligación de trabajar por un horizonte común, reconociendo lo legítimamente conquistado por cada uno y evitando la resignificación del pasado como arma.
Una tregua por el bien común
El cruce del odio con la concordia consiste en plantarse frente a la polarización enarbolando la empatía y la responsabilidad cívica. No es un llamado a la impunidad, sino a la prudencia. “El mal paga siempre con mal” alienta a hallar otro camino: la justicia y la dignidad no dependen de una victoria aplastante, sino de un pacto republicano que dignifique al conjunto.
En momentos donde el país se fragmenta, la tarea urgente es refundar diálogos: llamar a la concordia no es derrota, sino la única opción para mantener viva la democracia.